Hola sabinosos. Desde hace años intento que este Blog se convierta en un punto de referencia para quienes sientan la nostalgia, o el deseo, de recordar en común qué y cómo fue aquél tiempo de permanencia en el Preve. A lo largo de esos años han pasado por aquí cientos de ex sabinosos, unos hablan con casi afecto y otros casi con odio de su estancia, del trato recibido y de las sensaciones que almacena su memoria. Todas las posturas y formas de recuerdos son legítimas y respetables, faltaría más. También nos han visitado personas muy variopintas y con objetivos diferentes, desde el copiar y pegar de textos, imágenes y comentarios para programas de radio o TV, hasta aquellos que, desde diferentes países, aterrizaron en estas páginas por pura casualidad y les enganchó la temática, los comentarios e imágenes que encontraron en el Blog La Sabinosa.
Tengo la sensación, en ocasiones, que el esfuerzo por mantener este lugar operativo no es compensado por el número de visitantes y la escasa participación de quienes nos encuentran por casualidad a través de Internet. Este tipo de Blogs resisten gracias a la gratuidad del soporte y de los servidores pero, a cambio, no tenemos prácticamente apoyo, ni recursos, cualquier problema se convierte en un mal funcionamiento que a veces lleva semanas localizar y reparar.Una vez más pido escusas por esos problemas que periódicamente pueden ofrecer una mala imagen del Blog, y muestran las carencias y escasos conocimientos con los que contamos para resolver y mejorar el aspecto y la calidad de esta modesta publicación.
Pero también espero que quienes nos visitan, al menos tengan dos detalles con nosotros: Uno, dejarnos un correo de contacto; otro, escribir una frase, un comentario que nos permita saber que alguien nos visitó y que nuestro esfuerzo por mantener vivo este lugar sirve de algo. Muchos de vosotros entráis, y os marcháis sin dejar ese mínimo detalle: el correo y un saludo, tan sólo eso.Estos días estamos intentando reparar daños como la desaparición de imágenes, o la alteración del diseño de las páginas, quizás cueste días lograrlo pero estamos en ello.
Esperamos vuestro apoyo mediante esas visitas y el consabido comentario o sugerencias.
Un abrazo/Scila
Hola "Sabinosos", me llamo Alfonso Manuel, hace un tiempo hice una introducción como inicio de una posterior entrada con fotos y con los recuerdos un poco ordenados.
Mis primeros recuerdos son en la estación de Atocha, todo eran buenas palabras de las "señoritas" que nos cuidaron hasta llegar al "preventorio", (así lo llamábamos), pero... una vez que perdimos de vista la estación, todo se volvió gris, recuerdo que aquella noche dormimos donde podíamos, unos en el suelo del pasillo, otros en los departamentos de aquellos trenes con los asientos de madera, incluso hubo quien durmió en el porta equipaje que había encima de la puerta.
Una vez en el "Preve", mis recuerdos son muy salteados, pues creo que fué el verano del 62, cuando pasé allí mis vacaciones.
Los primeros días los pasé sin ningún "sobresalto", pues con mi primera señorita, Ana, así se llamaba, lo pasamos bien, pero se marchó de vacaciones a los pocos días de llegar, y llegó la "madrastra", señorita Rosario, según mi opinión, resentida, injusta, ruin, dañina, en fin, mala persona. Con su llegada empezaron los largos recreos con los brazos en la rodillas y encima la cabeza, en las comidas, mi compañero, (recuerdo que le llamabamos, Mobi Dic por su robusted y su blanca piel), devolvía con frecuencia las comidas y la seño, se lo metia a la fuerza en la boca. Efectivamente allí se jugaba mucho a las tabas y ésta no nos dejaba hacerlo, la molestamos, era más cómodo para ella tenernos con la cabeza en las rodillas.
Recuerdo lo de "novatos del pre", el rosario diario, (todavía me acuerdo). Lo de los paquetes, que no nos llegaban. Y sobre todo lo que me hicieron cuando estábamos a punto de volver a casa, tenían la costumbre de llevar a los niños a Tarragona para comprar los recuerdos, primero tengo que decir que el dinero lo manejaba ella, pero había que tener una cantidad mínima, creo que era de diez pesetas, yo sólo tenia siete, y por lo tanto me dejaron en el pabellón, junto con algún otro niño, mi sorpresa fue que, al llegar a casa y decirme mi madre que me había mandado 25 pesetas, de la época, dinero que nunca ví. ¿Quién se quedó con el dinero de aquel niño? Y no sólo con el dinero sino también con la ilusión de haberle llevado un recuerdo a su madre y a sus hermanos.
A.M.