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24/12/10

Felicitación de Miguel Angel.

Hola a todos :
              
No sabéis cuanto significa para mí encontrar esta ventanita de una infancia que ahora sentimos como un sueño. Os deseo la mayor felicidad esta Navidad, y para los años que vengan, que los vivamos con la misma vitalidad con la que salpicamos el mare nostrum.

Abrazos de Miguel Angel.

20/12/10

Felicitaciones de Miguel P.


















Hola sabinosos, os deseo una Navidad plena de amor y risas, animaos a escribir aquí. 
Un saludo para todos.

Miguel.

Felicitaciones

Aquí os dejo los materiales para crear vuestra tarjeta de felicitación. Conectar los altavoces y, pinchando con el ratón, podréis crearla. Muchas felicidades y mis mejores deseos para el Nuevo Año a todos los sabinosos, y a sus familares.

http://ak.imgag.com/imgag/product/preview/flash/bws8Shell_fps24.swf?ihost=http://ak.imgag.com/imgag&brandldrPath=/product/full/el/&cardNum=/product/full/ap/3166187/graphic1

19/12/10

Miguel (II parte)


Cuando bajábamos a la playa, íbamos en filas de a dos, los cabezas siempre delante: Un compañero y yo, que éramos los mas bajitos del pabellón. En la playa jugábamos en la arena, hacíamos castillos, pero no recuerdo que tuviéramos una pelota con la que jugar, lo máximo era "calar  agua". Es decir, hacer el pozo tan profundo que llegáramos a alumbrarla, hay que tener en cuenta que no podíamos acercarnos a la orilla, por lo que el pozo solía ser tan profundo como nuestro brazo. Así seguíamos hasta que alguien gritaba señalando al alto del cerro, por donde asomaba el Sr Instructor; le veíamos bajar alborozados, porque hasta que no llegara él, no se autorizaba el baño. Le recuerdo con pantalón y camisa blanca, gafas oscuras y paso decidido, llevaba siempre colgando un silbato. Al llegar nos formaba con autoridad militar, nos alineábamos, y tras hacer algunos ejercicios mitad gimnasia, mitad instrucción, formados en pelotón y a un golpe de silbato, echábamos a correr gritando al agua, allí permanecíamos jugando con las olas:  
-¡Señorita!¡Señorita!¡Mire como buceo! 
Algunas entraban en el agua para controlar los juegos y que no nos metiéramos demasiado. A un toque de silbato, que siempre se antojaba prematuro, teníamos que salir corriendo a formar de nuevo en la arena. No recuerdo que pudiéramos beber en todo ese tiempo, con lo que al llegar al comedor de lo que si me acuerdo muy bien, es de la velocidad con la que vaciábamos los vasos de agua cuando nos servían. Todos gritábamos a la vez para que nos trajeran el agua y nos sirvieran: 
-¡Aquí Señorita!¡Aquí! 
Yo siempre iba temblando al comedor pensando: 
-¡Dios mío que haya una comida que me guste!  
A los que comíamos peor, nos sentaban en la misma mesa, y nos metían la comida hasta por las orejas. Buena parte de las veces, acababa vomitando sobre el mismo plato, no se si por lo repugnante del rancho, o por las maneras rudas y amenazas con las que nos lo hacían comer. Por este motivo, a mi me sentaron muy cerca de una salida con la puerta abierta al exterior, a un par de pasos tan solo, para que me diera tiempo a soltar mi carga, yo no hacía mas que mirar al exterior donde daba el sol, pensando en escapar de aquella tortura.

18/12/10

Suma y sigue

Hoy se incorpora a nuestra crónica por entregas el testimonio de Miguel Ángel, lástima que según nos dice no conserve ninguna fotografía de su paso por el Preventorio, esas fotos son nuestra mejor herramienta para intentar reconocernos junto a los compañeros que compartieron nuestra estancia en el Centro.
Ofrecemos a Miguel Ángel nuestra más calurosa bienvenida y le invitamos a participar con sus comentarios y recuerdos con la frecuencia que desee en este lugar, sede provisional de  los sabinosos.
Un fuerte abrazo a todos y felices fiestas de salida y entrada de año.
Scila/

Miguel Ángel, nuevo sabinoso


Yo estuve en la Sabinosa hacia 1959 ó 1960. Tenía seis o siete años, me ha emocionado leer descripciones que creía únicas y perdidas, escritas por otra persona. Animo a los que estuvieron en esos años a que cuenten aquí su experiencia, al leer he recordado cosas olvidadas como las alpargatas y la cajonera. Yo era de muy baja estatura y los mas pequeños ibamos delante, nos llamaban los cabezas. 
El peor recuerdo que tengo es la sed tan espantosa, recuerdo perfectamente las jarras de aluminio en el centro de la mesa, el comedor enorme, y los vasos también de aluminio, nada mas llegar de la playa, vaciabamos la jarra, y no nos dejaban repetir, porque decían que dejábamos la comida (que yo devolvía constantemente porque era espantosa) me sentaron cerca de una puerta para que saliera rápido a devolver. La mejor época fue cuando caí malo, no recuerdo si sarampión ó qué, pero me llevaron a la enfermería y fué lo mejor, porque recuerdo que me dejaban levantarme y al lado, había un murete sobre un acantilado y el mar, y fueron los mejores recuerdos, ver las olas y el sol, me sentía como un preso. 
Confirmo lo de las "señoritas" era así como las llamábamos, y era dificil encontrar una minimamente humana. Hacia el final hubo una representación, y un grupo actuamos y cantabamos algo de una zarzuela, creo, era algo sobre limpiabotas. Recuerdo lo de: "Novatos al pre" y "Dos dias pa la via" que acompañábamos con un gesto de las manos. al ver la imágen de satélite, me he quedado como si viera una aparición. No puedo creerme que aún siga en pie y que sea reconocible. Tengo mas recuerdos, pero ninguna foto. Fuí allí con mi hermano que era mayor, y nada mas llegar nos separaron. Pensé que todo esto eran recuerdos perdidos que sólo a mi me afectaron, pero ya veo que no. Encontrar esta página, para mi ha sido todo un hito.

10/12/10

Agosto del 59


Bueno, sabinosos, aquí va una foto de agosto de 1959, si alguien se da por aludido pues que lo diga. Somos 28, más la Srta. que no tengo ni idea de cómo se llama, en realidad no sé cómo se llama nadie, salvo Jesús que publicó una foto junto a mi, sujetando ambos un banderín de corner del campo de fútbol, y se identificó, porque yo no lo recordaba en absoluto. De entonces recuerdo la famosa sémola, que con perdón de los hambrientos del mundo, nos parecía vomitiva, al punto de que más de una vez nos las ingeniábamos para apagar la luz el comedor y aprovechar para tirarla por la ventana. Estábamos mal nutridos pero aquello nos parecía un suplicio al paladar. 
Escribir que en aquella situación podíamos rechazar cualquier plato por su sabor o composición hoy más me produce vergüenza que otra cosa, así que tenemos que leerlo como reflejo de la inmadurez de un niño y sacar la conclusión que, aunque ha pasado medio siglo, los niños de hoy siguen siendo tan estúpidos como los de entonces, y no hemos conseguido hacerles entender que, aquellos platos que entonces tirábamos por la ventana, y hoy rechazan con otros métodos, serían una delicia para millones de niños y adultos que no tienen nada que comer. 
Como ya se ha escrito bastante acertadamente los malos tratos que padecimos con aquella disciplina carcelaria, no voy a insistir. Nosotros mismos éramos crueles entre nosotros para provocar que a un compañero se le castigara, por ejemplo, se le quitaba la almohada y se tiraba en medio del pasillo, y cuando la íbamos a recuperar se hacia ruido y aparecía la sargento de guardia para pillarte in fraganti, en pijama y fuera de tu cama, asunto grave. 
Castigo hasta las tantas de la madrugada en un cuarto con cucarachas como escarabajos de gordas, entre ellas siempre hablaban en catalán. En la foto veo a un compañero que se hacía unas pajas mayúsculas, pues por la sencilla razón que tenía la edad iniciática para masturbarse. Lo ideal habría sido que aquellas vigilantas nos las hubieran hecho ellas, como formación del machista espíritu nacional y de paso disfrutaran con el meneito, pues parecían estar amargadas las veinticuatro horas del día, en lugar de aparecer sigilosamente por la obligada espalda y pillar al compañero de turno con las manos en la polla (perdón por la ordinariez), para atárselas a los barrotes de la cama toda la noche, que es lo que hacían. 
Una tortura que hoy sería un escándalo en cualquier medio de comunicación y penado por la ley. Pasar todo el día sin nada que hacer ni estudiar, con una playa a la que no podíamos bajar, era un tedio. Creo que sólo pisé la playa dos o tres veces en tres meses y en una de ellas me hicieron aguadillas los compañeros mayores para someterme a su jerarquía de grupo. 
Ya digo que entre nosotros mismos nos fastidiábamos todo lo posible, así que padecimos una doble represión, por lo civil y por lo militar que se diría hoy. El cuidado césped del campo de fútbol sólo lo vi utilizado en sendos partidos de un equipo de la colonia contra otro de una colonia italiana que había por allí. Parecía un partido de selecciones, camisetas rojas y azules, de tan serio que se lo tomaban. 
Cuando se fugaba un chaval era vox populi, y así era frecuente saber que lo habían detenido en Reus, que era lo más lejos que llegaban  vía adelante. Una vez nos llevaron a ver al Nastic en su viejo campo, fuimos andando en fila y en zapatos, dejando las alpargatas en el pabellón. Allí aprendí a atarme los cordones de los zapatos pues si soltaban coscorrón al canto. Otra vez nos llevaron a ver Tarragona y su famoso mirador. Poca cosa en tres meses. 
El día que salimos de Atocha, en el tren Correo de Barcelona, como borregos, nos dieron un trozo de empanada por todo condumio. La noche previa al ansiado regreso destrozamos los colchones para quitarles la cuerda y poder ensartar los caracolillos que habíamos cogido en el monte haciendo collares de regalo a nuestros familiares. El alboroto por la felicidad de volver a otra miseria diferente nos impidió dormir, fue como un desmadre, sin que las vigilantas pudieran imponerse, asumido ya que nos íbamos y a esperar a otras víctimas. 
En fin, 50 años después tengo superado aquel trauma, pero seguirá firme en mis recuerdos como un tiempo deplorable, que llamo los años de plomo del franquismo. Yo era hijo de rojos, fusilados, encarcelados, discriminados y sometidos, de todo en mi familia.  Pero no nos engañemos, una Sabinosa sigue existiendo en muchos resquicios de la sociedad actual. No es necesario agruparnos para “sabinarnos” como antaño. 
No digo más, pues repito que subscribo absolutamente todo lo que otros compañeros han escrito de aquella nefasta experiencia. Y ¿qué me decís de los colegios de curas que cada día salen a la luz por las violaciones y abusos a menores? Al menos allí nadie nos dio por el culo,  y digo “el” para precisar, algo es algo. Un cordial saludo a todos. 


Luis Miguel.

29/10/10

Yo no soy...

Jesús (el de Tetuán) remite esta nota aclaratoria, según parece Luis Miguel se refiere a otro Jesús.


Hola, Scila.
Soy Jesús, de Tetuán. He comprobado la foto y la fecha de la que habla el compañero Luis Miguel, y no soy el Jesús que está con él, y naturalmente, yo no escribí esa carta con el título: Jesús también estuvo allí, del 17/06/08.
Pues que yo recuerde os escribí una carta a principios de 2009 y otra  a finales del mismo año. Por lo que el Jesús del que habla Luis Miguel es otro que no soy yo.
De todas maneras, siempre es un placer encontrarse con nuevos (viejos) compañeros de La Sabinosa.
 Bienvenido, Luis Miguel.

28/10/10

Comentarios.

La fotografia del grupo la tengo perfectamente archivada, es bastante nitida y os la voy a enviar, naturalmente. Me llama la atención que aquella "estancia" de hace medio siglo haya hecho tanta mella en nosotros para habernos causado un trauma inolvidable por los aspectos negativos que ya contaré y otros que ya han contado. Solo necesito un poco de tiempo para poder redactar mis recuerdos y reflexiones,  que por ser malos, los tengo, ya digo, muy presentes (absolutamente ninguno bueno recuerdo). Un saludo muy afectuoso a todos los que vamos sobreviviendo a la masacre de la decrepitud.


Luis Miguel/

27/10/10

¿Llegaremos a cien?

Pudiera ser que, gota a gota, alcanzasemos ese número. No debería ser difícil teniendo en cuenta que por la Sabinosa pasaríamos miles. Hoy se incorpora Luis Miguel, ¿compañero de Jesús, el de Tetuan?, a quien damos la más calurosa bienvenida y le invitamos a que nos cuente sus experiencias, sus recuerdos, los nombres y situaciones que recuerde y, por supuesto, si aún conserva alguna fotografía de su paso por el Preventorio, con ella podríamos encontrar a algún nuevo sabinoso.
Lo dicho Luis, bienvenido a esta tu casa. Un abrazo.
Scila/

Luis Miguel, la última incorporació

Estaba la otra noche rememorando mi infancia con mis hijos y al contarles mi paso por La Sabinosa me picaron la curiosidad de qué había sido de aquel preventorio, entramos en google y sorpresa gorda cuando me veo en una fotografia junto a un tal Jesús que me nombra al comentar su experiencia por allí. Ni idea tenía que existía el Foro de Scila, que me he leido de pe a pa con muchisimo interés. Subscribo absolutamente todo lo que se cuenta y aún añadiría más, pero por el momento me doy un respiro en las emociones que me han producido estos inesperados comentarios que me han retrocedido en el tiempo como si hubiera sido ayer. Impresionante. 
No tenía ni idea de que existiera una fotografía semejante mia a tan buen resguardo del tal Jesús, de quien me he acordado al verle, y es que nuestro cerebro es un misterio maravilloso. Ahora lo que me interesa es que Jesús sepa que sigo existiendo con 62 años, el tendrá parecido, que vivo en un pueblo de Madrid, cercano a la capital, y que me apetecería verle cincuenta años después. Yo guardo una única fotografía colectiva de nuestro grupo con una señorita, que no recuerdo su nombre pero él si parece saber. La tenía mi madre, que va a cumplir los 90 y tan pichi, la "culpable" de que su hijo lo pasara tan mal durante tres meses en aquel campo de concentración, aunque la vida, a la postre, se fragua de situaciones buenas y malas, todas formadoras de nuestra personalidad. La vida, como dijo alguien, es el arte de hacer un dibujo sin goma de borrar.  
El comentario suyo se titula: Jesús también estuvo allí, del 17/06/08, y yo me llamo Luis Miguel, tal como me cita en el pie de foto. Por favor, ruego algún comentario al respecto, un acuse de recibo, lo que sea. 
Un saludo.

5/8/10

Vacaciones



No sé si este verano, como pasó con algún otro, será fecundo en nuevos contactos de sabinosos pero, en cualquier caso, os deseo a todos un feliz y refrescante verano.

Hasta pronto/Scila

3/6/10

Francisco, el decano.

Me llamo Francisco y tengo que decir que yo también estuve en la "Sabinosa", entre los años 1.945 y 1.948. Creo recordar que hasta cuatro veces, una de ellas seis meses seguidos, porque mi madre en Madrid arregló los papeles para que siguiera otros tres meses en la "Sabinosa" porque en Madrid, corriamos peligro de contagiarnos de tuberculosis- habia dos vecinos que la tenian-, y dos hermanos mios murieron de esa enfermedad.
En aquella época la Sabinosa se llamaba preventorio infantil antituberculoso, recuerdo que desde Madrid fuí en la expedición once, y en la treinta y uno, de las demás no recuerdo el número. Mi paso por la Sabinosa, lo recuerdo con cariño, nos daban disciplina casi militar, mucha doctrina falangista y religiosa, pero también se estudiaba y se hacian excursiones a Reus, Tarragona, etc... Los que más nos hablaban eran el cura y el instructor, llamado sr. Ventura, este señor después de hacer instrucción y gimnasia por la mañana, en la explanada, con frio o calor, nos arengaba sobre España, su historia, el Imperio Español, al final nos daba unas consignas, sólo recuerdo que un día dijo la consigna de hoy es: ¡la vida es milicia!
También recuerdo dos nombres: sr. Fortunas y sr. Vidal, uno de ellos era el cartero. En especial siempre recordaré a una señorita llamada Mari Paz Rodríguez era muy especial. No vi nunca maltrato a nadie en mi paso por la Sabinosa. Aquellos edificios fueron un cuartel antes que preventorio, en la fachada principal habia un cartel grande que decia "Todo por la patria". Cuando nos duchaban, nos metían por tandas de veinte o treinta niños a la vez. Por la noche, de madrugada, entraba un señor a los dormitorios encendía la luz y rápidamente iba cama por cama, nos destapaba, te daba un cachete en el trasero o te zarandeaba y, dando voces, nos hacia ir rápidamente a orinar, tuvieras ganas o no, él esperaba en la puerta de los servicios y volvía hacia la salida del dormitorio mirando que todos estuviéramos en la cama y tapados. Apagaba la luz y se iba a otro dormitorio.
Podría seguir relatando estos recuerdos que vagamente tengo en la mente, pero voy a terminar esta carta de una manera que os va a sorprender. Creo que fué en el año 1977 o 78, estaba veraneando con mi familia en Tortosa y un dia decidimos subir por la costa, buscar una playa espaciosa y pasar allí el dia, encontramos esa playa y, jugando con mis hijas, entre el agua y el arena me llamaba mucho la atención que al fondo de la playa (un saliente rocoso que se introducía en el mar) habia unos edificios que me resultaban familiares, que los tenía en mi mente, supuse que podría ser la Sabinosa.

Nos acercamos toda la familia hacia el final de la playa, dónde empezaba la finca rocosa, en esa parte una alambrada con hierros fuertemente fijados a la roca nos impedía pasar, pero como vimos que en otro lado habia gente con bañadores, también algunos "hippies" y varias personas junto a nosotros, que se colaban a través de unos huecos de la alambrada, hicimos lo mismo.
Al llegar a la meseta dónde estaban los edificios, en seguida reconocí el lugar donde estuve varias veces en mi niñez, vi pabellones con puertas y ventanas tapados con ladrillos y tablas, algunas reventadas por la gente que allí dormia, y se drogaban.
Mi mujer quiso ver los dormitorios y subimos al primer piso de un pabellón y sólo habia restos de camas, taquillas y basura. En un edificio que yo recordaba como la enfermería, donde ingresaban a los niños que enfermaban, estaba la puerta abierta y pasé dentro, el suelo estaba cubierto de papeles revueltos, cuando leí alguno vi que eran los archivos del preventorio de toda su historia, que habian sacado de sus carpetas, los documentos oficiales, nombres de los empleados, facturas con los precios y las empresas que surtían los alimentos que consumiamos, etc etc...

24/5/10

José Luís. Tercera y última parte.

Tercero

Mi hermano y yo tuvimos la inmensa fortuna de la visita de nuestros tíos que permanecieron algunos días en Tarragona y nos aliviaron con su cariño. Nos sacaban de paseo a la ciudad y comer al chiringuito de la playa. Cuando se despidieron yo lloraba desconsoladamente y me colgaba de las faldas de mi tía. Quería irme con ellos como fuera…
Tuve suerte de contar con la compañía de mi hermano mayor, era muchas veces mi tabla de salvación. Dormíamos los dos en la misma cama. Alguna noche que otra se montaban “juerguecillas”, normales entre niños, que si me levanto a la cama de éste o aquél, a no sé qué, jugábamos con la pasta de dientes, nos la comíamos o nos la pringábamos unos a otros. Juergas a veces abortadas por la irrupción de la cuidadora de la noche, encendiendo las luces súbitamente, a la captura de algún sorprendido “in fraganti”. ¡Pobre del que pillaran fuera de la cama! Mejor no entrar en detalles de los castigos impuestas el brazo viviente de la Santa Inquisición. 
Una noche de aquellas mi hermano se hallaba  en plena travesura fuera de la cama cuando entró la susodicha alguacililla y, apenas si pudo esconderse debajo de otra cama. La cuidadora que debía estar alertada por los ruidos y las risitas, buscaba desesperadamente alguna víctima… El ocupante de cualquier cama vacía era candidato seguro al Cadalso, pero gran suerte para él, la de Raúl no lo estaba, me encontraba yo en ella, y la sabueso no cayó en ese momento en que ahí dormíamos dos chicos. No obstante, su instinto depredador le decía que algo no estaba en su sitio y que si permanecía a la espera podía caer alguna presa. Permaneció una hora en el dormitorio y mi hermano bajo la cama conteniendo la respiración. De película de terror con final feliz. Al final se marchó y Raúl pudo ponerse a salvo.
De los compañeros apenas recuerdo nombres ni caras, sólo a Jesús S. G., con quien mi hermano y yo mantuvimos la amistad en Madrid durante cierto tiempo, vivía cerca de nosotros. Al mirar las fotos he recordado el nombre de los hermanos Gómez P., Rafael y … También recuerdo un niño que no debía tener familia, alguien le ha mencionado en el blog como “Berrinche”. En mi grupo había uno así, rubito, siempre con unas “velas” verdes colgando de la nariz, vivía en la quimera de marcharse a la vez que todos; pero sabíamos que no era posible. 
No olvidaré como lloraba el día de la partida, mientras nos íbamos él era retenido por la señorita y trasladado a otro grupo. El día en que, por fin alegres, cantábamos una canción que más o menos decía así: “Con la cruz del Patronato, con los macutos para marchar, para ver a nuestros padres que nos esperan con ansiedad, aquí te quedas...Ya vamos en el tren corriendo hacia… En el tren una voz que retumba en la estación, venid hijos míos de mí alma, que nunca olvidaré a la playa Sabinosa, Sabinosa…”.
Cuantos pasamos por allí difícilmente olvidaremos la Playa Sabinosa, con su talud y vía de tren al fondo, con su azul mar Mediterráneo al frente y a un lado, el más próximo a la ciudad de Tarragona, con el acantilado y rocoso Promontorio, sabinas y pinares, precioso trozo de naturaleza en plena costa tarraconense, donde aún se ubican las ruinas del siniestro Preventorio que quizás nunca debió existir, o debió existir para felicidad de los niños. ¿Quién sabe? O debió ser como fue para que hoy estemos aquí y podamos contarlo.

Madrid, 7 de mayo de 2010.    

21/5/10

José Luís

Segundo

La higiene era escasa, las duchas colectivas y semanales; el aseo consistías en lavarse manos y cara y cepillado de dientes. Los baños en el mar, tras vacunas, cuarentenas y si el tiempo acompañaba, se desarrollaban en grupo, “a modo de rebaño”, supervisado por cuidadoras y socorrista (un tipo de piel oscura ataviado con un bañador de leopardo modelo “Tarzán”, más interesado en flirtear con las señoritas que en ocuparse de su tarea.
Uno de los aspectos más criticables era la absoluta ausencia de actividades. El grado de escolarización era muy bajo, muchos chavales necesitaban ayuda para escribir a su familia. El preventorio contaba con una estupenda escuela, frente a la capilla, pero no se usaba casi para nada (igual que el campo de fútbol). Sólo recuerdo que nos condujeran allí en una ocasión, la maestra entregó papel y lápiz y ordenó algún ejercicio de escritura y dibujo. Los que sabíamos escribir y calcular, entre los que me encontraba, le causamos admiración… Se podría haber organizado la alfabetización de los niños, pero no era una prioridad para la Dirección. Sí lo era la práctica religiosa a base de letanías y rosarios, había una legión de monjas (también estaban en cocina y otras dependencias) dirigidas por el cura, Don Ramón, recuerdo su nombre, tenía un Seat 600 en el que algunas tardes daba una vuelta a algunos chavales apretados como sardinas, asomando por las ventanillas y colgados de todas partes, como si de una competición de “a ver cuántos caben en un Seiscientos” se tratase.
No había juegos de equipo, ni deportes, ni nada parecido. Se trataba de dejar pasar el tiempo sin que los niños molestasen. Pasábamos el día desplazándonos por el Preventorio, o esperando la comida, la merienda… íbamos al Pinar bajo la tutela de la señorita. Hacíamos barquitos con corteza de pino, jugábamos con canicas, tabas, o atravesando escarabajos con las agujas secas de los pinos. Circulaban los tebeos, uno de los bienes más cotizados. Las señoritas conversaban entre ellas; algunas como Conchita leían libros. Si alguno cometía cualquier travesura, nos castigaban a todos, sentados en el suelo con la cabeza agachada, entre las piernas.
Así transcurría el tiempo, lentamente. Se contaban los días que quedaban para terminar la estancia, cuyo fin parecía muy, muy, lejano.

16/5/10

José Luis

José Luis, hermano de Raúl, nos envía sus recuerdos en un extenso escrito que iremos incorporando en sucesivos "capítulos". Le damos nuestra más efusiva bienvenida.

Primero
Estuve en La Sabinosa un verano completo, mediados los 60.  Tenía siete años. Mi familia era semejante a tantas otras  de clase media baja de aquel tiempo. Estábamos escolarizados, nutridos y sanos, ajenos a enfermedades infecciosas, como la tuberculosis. “La culpa” de nuestra estancia en el Preventorio fue del cardiólogo de mi abuelo. El médico recomendó a mi madre “la fórmula ideal” para veranear en la playa, tomar el sol y mejorar nuestro pálido aspecto: las colonias en La Sabinosa.  
Nos enviaron a los dos, a Raúl y a mí. Mi hermano había estado ya en una ocasión pero no debió explicar con suficiente dramatismo sus vivencias, o no le creyeron. Lo importante era coger “color”, bañarse y volver bronceados, que era síntoma de salud.
Nos ubicaron en el 2º piso del Pabellón Central, el mejor de todo el recinto, con magníficas vistas a la Rabassada y al Mediterráneo, al cuidado de la Srta. Conchita. Así comenzó una reclusión de tres meses, alejados de los padres una eternidad para niños de esa edad.
Imperaba la disciplina y el orden, impuestos mediante la intimidación y la violencia, casi siempre gratuitas, parecido al que imperaba en las escuelas franquistas, y un anticipo del encontraríamos en la mili años más tarde. Había señoritas “buenas” y “malas”. La Srta. Conchita era de las primeras.
También ellas eran internas en la Institución; pasaban el día con nosotros y dormían en un cuarto anexo a nuestro dormitorio. Disfrutaban de algún día libre, tal vez quincenalmente. Conchita debía ser aficionada al café, a veces nos llegaba el aroma de la cafetera desde su habitación. Una tarde escuchamos un enorme estruendo y resultó que la cafetera había explotado.
No recuerdo más cuidadoras; pero al leer el blog me vino a la memoria Fermina, y otra que, cuando se dirigía a un niño, siempre decía: “Guapito de cara….” (o era la misma, no lo sé).
Recuerdo un episodio de violencia durante una ausencia de Conchita. Una mañana despertamos sobresaltados por los gritos de una la señorita que la sustituía exigiendo el inmediato abandono de las camas. A continuación la “sargento” fue levantando las mantas y, sacando a los críos de la cama, les lanzaba al suelo. Comenzó por un extremo del pabellón y gran velocidad se aproximó a mí. Los más ágiles se levantaban por sus medios, los perezosos o sin reflejos eran arrojados al pasillo. La vi llegar pero el pánico me inmovilizó. Recuerdo que volé por el aire y caí a dos metros de distancia. El episodio me fue recordado durante años por mi hermano.      
La comida era abundante, pero de pésima calidad: patatas con cáscara, fideos con negros bichitos, alubias blancas duras y otros guisotes poco comestibles, especialmente desagradables para los niños. Un olor, mezcla del rancho, de la combustión del carbón, y el gasoil utilizado para cocinar, impregnaba el aire, haciéndose más desagradable en las inmediaciones del comedor. Pero había que tragarse todo. Yo andaba entre deprimido y asténico, pero sobreviví. El agua potable escaseaba, por lo que la semideshidratación unida a la ausencia de actividades contribuían a dificultar el proceso digestivo. De la comida sólo recuerdo con agrado unos bocadillos que nos daban para cenar los días que la cocina cerraba por descanso (quincenalmente). Los de tortilla francesa nos sabían a gloria. ¡Con qué poco nos conformábamos!

10/5/10

Bienvenido

Nos escribe un nuevo sabinoso para contarnos que también pasó por la Sabinosa a principios de los años cincuenta (posiblemente la expedición 143). No conserva fotografías pero en general sus recuerdos son similares a los nuestros salvo en la percepción de que, con él, se portaron bien las cuidadoras, no recuerda malos tratos destacables, aunque sí la consabida escased de agua, las penalidades del viaje y poco más.
En cualquier caso él nos contará en los próximos días la versión que su memoria conserva de su estancia en el Preventorio.
Nuestra más afectuosa bienvenida a este nuevo miembro del Club de los sabinosos cuyo anonimato respetamos por su expreso deseo.

9/4/10

Manuel

Siento no tener ninguna foto de esa época ni recuerdo nombre alguno. Sí me parece recordar que eran bastantes severos, que de vez en cuando nos llevaban a la playa sólo a tomar el sol y que los servicios de la zona en que estaba yo pasaba el tren muy cerca pues estando en el servicio se oía el tren muy cerca. Que me llevaron a Tarragona en tren desde Madrid estuve tres meses y recuerdo que las comidas eran la mayoria de arroz. Siento no poder aportar más pues tendria la edad 6-7 años.
Un saludo 

m. a. catalá.

Bienvenida a Manuel

Nuestra biernvenida al nuevo sabinoso, Manuel, al que como a todos le solicitamos su colaboración mediante los recuerdos que conserve de su estancia, del viaje de ida y vuelta, las causas por las que le llevaron, nombres de cuidadoras, de compañeros y, si es posible, alguna fotografía...

Un nuevo sabinoso

-"Estuve en La Sabinosa, en el año 1947 creo recordar, tal vez no fuese ese el año pero no puede haber mucha diferencia, lo que sí recuerdo es que pasé un día de reyes allí, y los reyes me dieron una pelota que era de trapos".
Manuel/

23/3/10

Luis

Luis nos ha dejado una nota sobre sus impresiones en la Sabinosa- muy positvas- pero, no nos ha dejado su correo. Nos gustaría que si vuelve por quí nos deje al menos ese medio de contacto junto con alguna fotografía de su estancia y con mucho gusto lo incorporaremos al grupo.

11/3/10

Un correo

Manuel V. nos ha dejado una nota en la que afirma haber pasado por La Sabinosa a finales de los años cincuenta. Estaremos encantados de abrirle las puertas de este pequeño rincón, tan sólo le pediremos- como a todos los que llegan- un correo, una dirección de correo electrónico. Y si conserva alguna fotografía del Preventorio suya o del grupo nos gustaría incorporar una copia al archivo general. Esperamos verte pronto por aquí Manuel.
Un abrazo/

12/2/10

de Conchi

Conchi ha dejado un nuevo comentario:
Lo que les cantaban a los novatos, mi padre, que estuvo con 7 años en "La Sabinosa" me lo cantaba como: "los más vete pre, los más vete pre...". Los más veteranos del preventorio hacían novatada a los recien llegados.
Es muy triste lo que me ha contado mi padre de éste sitio y como maltrataban física y psicológicamente a pequeñines. Yo... me quedo horas escuchando su triste historia en este terrible sitio.
Un fuerte abrazo a todos.

Agradezco su comentario a Conchi pero me gustaría que dejase su correo de forma que podamos mantener el contacto y recabar más información sobre la estancia de su padre. Si pasas de nuevo por aquí puedes dejar tu correo, si no te importa. Gracias.
Scila

9/2/10

Anónimo y los virus

Comenta Anónimo a finales de dicembre pasado que ha detectado su ordenador (el antivirus) que al buscar en Google le salta la alarma al localizar la entrada "scila la sabinosa". Es posible que sea así, que algún listo nos esté copiando el correo, la verdad es que carecemos de medios para evitarlo o perseguir al culpable y no quiero, de ninguna manera, renunciar a este lugar de encuentro por temor a que me copien el correo. Los correos nos los copian y los venden y revenden a diario en otros mil sitios de la red, o simplemente porque rellenas un formulario para acceder a una página que te interesa visitar, es hoy poy hoy inevitable, un mal menor. De modo que si lees esto te ofrezco mi correo, donde puedes dirigirte sin pasar por ese enlace supuestamente hackeado. Puedes remitirme tus comentarios, tus fotos, lo que quieras, yo lo colgaré aquí, y evitas el peligro de ese virus De acuerdo? Pues espero noticias tuyas.
Un abrazo, anónimo.

Bendita curiosidad

Recientemente se puso en contacto conmigo una joven muy interesada por conocer más de los sabinosos, es amiga o conocida de uno de nosotros, me sentí emocionado ante esta curiosidad mostrada por una persona ajena a nuestras vivencias. Por eso quiero compartir- a continuación- con todos vosotros lo que le respondí.


Hola Esther. Verás, no es que se trate de un asunto relacionado con el espionaje internacional, ni de un secreto de familia que ocultemos a ultranza, se trata de algo difícil de explicar puesto que está basado en la memoria, buena o mala, de unos niños, en su mayoría traumatizados por diferentes y variadas causas. De lo que ocurrió durante y- sobre todo- después de la guerra civil en España sabemos poco, o nada. Unos callan por que fueron actores de los hechos y otros porque fueron víctimas y el miedo caló tan hondo que se llevarán a la tumba sus vivencias. Ocurrieron cosas que nos han horrorizado cuando nos las han contado de otros países, como Chile o Argentina, décadas más tarde. Y me estoy refiriendo exclusivamente a los críos, víctimas fáciles en situaciones en las que desaparece lo poco de humano que queda en muchas personas. El caso de los sabinosos no es tan dramático, aunque dejase secuelas de por vida en muchos críos, pero otros ni se enteraron, o lo recuerdan como una época feliz de su infancia.
Contado en dos palabras, se trata de unas expedicones de críos de entre cinco y doce años que llevaban a un centro denominado La Sabinosa para retirarlos de la calle, de los vertederos de basura en los que buscando trapos o chatarra se ganaban la vida, retirarles del delito precoz y aligerar las obligaciones de las familias más underground del país que, cargados de hijos no podía mantenerles, ni en muchos casos escolarizarles. Eran peones en el campo, o en las ciudades, con ocho o diez años, sometidos a toda clase de maltrato y expuestos a una educación desastrosa. Esos niños, en su mayoría procedían de Madrid, pasaban unos meses en un lugar donde se les alimentaba y poco más, no había escuela y la mayor parte del tiempo se la pasaban desfilando como soldaditos de plomo aterrorizados por los castigos de las cuidadoras. Esas historias, en parte, se reflejan en una web a la que poco a poco van acudiendo los supervivientes. Te daré la dirección con mucho gusto pero me gustaría que antes leyeses este libro: "Mala gente que camina" de Benjamín Prado. Te ayudará mucho a comprender la historia que te estoy esbozando. Tan pronto lo termines de leer me avisas y te conduciré al lugar donde se reúnen, virtualmente, lo que queda de aquellos crios. ¿Te parece bien el trato o tu curiosidad no llega a tanto?
Un beso Esther y gracias por tu curiosidad.


23/1/10

Manuel

Foto: J.A.
Título: Los wáteres modenizados. 


Manuel, desde Argentina, nos dice que también él pasó por el Preventorio pero, lamentablemente, no nos ha dejado su correo. Si vuelves a pasar por esta página nos gustaría saber en qué año estuviste allí, con qué cuidadora y todos los detalles que puedas recordar. También sería muy interesante contar con alguna fotografía tuya, si las conservas, de las que nos hacían las cuidadoras por el famoso "duro" (cinco pesetas, de la época). Insisto, necesitamos un correo mediante el que contactar contigo.

Bienvenido a esta tu casa y recibe un simbólico y fraternal abrazo de todos nosotros.

12/1/10

Alicia

Hola Alicia. Me gustaría ampliar la información que aportas por ser un aspecto que hasta ahora no hemos podido afrontar: contar con escritos de la época que reflejen la realidad siquiera sea con la falsedad, y connivencia, con las normas vigentes en el Centro. Te rogaría me incluyas un e-amil mediante el cual podamos comunicar contigo.
Un afectuoso saludo/Scila.

el mío es: scilas@gmail.com