Me llamo Miguel estuve en la savinosa el verano del 66-67, y 68. Recuerdo que lo que peor llevaba era la sed. Beber agua salada por las noches en el grifo del pabellón era insufrible y arriesgado, si me descubrían.
Nos duchaban las monjas con jabón de lagarto, éramos tan pequeños que nos decían que la colita servía para mirar, pero nosotros nos mirábamos y murmurábamos: sirve para otras cosas.
Una vez, un amigo mío estaba con fiebre en el comedor y devolvió la comida, le dieron una buena paliza y le obligaron a comerse lo devuelto.
Nos metían durante horas en una especie de plaza de toros y pasábamos todo el día en aquél sitio. Recuerdo que me asomaba por una ventana y por ella veía un acantilado y las olas. La comida era muy mala.
A mi me salían granos en las piernas y se me agarrotaban las piernas. Le escuché decir al médico que me vió que me dieran más y mejor de comer sino ocurriría lo peor. Se me saltan las lágrimas al recordar todo lo vivido en La Sabinosa. Les escribía a mis padres contando lo mal que lo pasaba pero, como luego supe, nunca llegaron tales cartas a sus manos.
Estos breves recuerdos son una denuncia para que nos levantemos todos los sabinosos y le contemos al mundo lo que allí pasaba. ¿Qué culpa teníamos nosotros para que nos tratasen de aquella manera?
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Hola "Sabinosos", me llamo Alfonso Manuel, hace un tiempo hice una introducción como inicio de una posterior entrada con fotos y con los recuerdos un poco ordenados.
Mis primeros recuerdos son en la estación de Atocha, todo eran buenas palabras de las "señoritas" que nos cuidaron hasta llegar al "preventorio", (así lo llamábamos), pero... una vez que perdimos de vista la estación, todo se volvió gris, recuerdo que aquella noche dormimos donde podíamos, unos en el suelo del pasillo, otros en los departamentos de aquellos trenes con los asientos de madera, incluso hubo quien durmió en el porta equipaje que había encima de la puerta.
Una vez en el "Preve", mis recuerdos son muy salteados, pues creo que fué el verano del 62, cuando pasé allí mis vacaciones.
Los primeros días los pasé sin ningún "sobresalto", pues con mi primera señorita, Ana, así se llamaba, lo pasamos bien, pero se marchó de vacaciones a los pocos días de llegar, y llegó la "madrastra", señorita Rosario, según mi opinión, resentida, injusta, ruin, dañina, en fin, mala persona. Con su llegada empezaron los largos recreos con los brazos en la rodillas y encima la cabeza, en las comidas, mi compañero, (recuerdo que le llamabamos, Mobi Dic por su robusted y su blanca piel), devolvía con frecuencia las comidas y la seño, se lo metia a la fuerza en la boca. Efectivamente allí se jugaba mucho a las tabas y ésta no nos dejaba hacerlo, la molestamos, era más cómodo para ella tenernos con la cabeza en las rodillas.
Recuerdo lo de "novatos del pre", el rosario diario, (todavía me acuerdo). Lo de los paquetes, que no nos llegaban. Y sobre todo lo que me hicieron cuando estábamos a punto de volver a casa, tenían la costumbre de llevar a los niños a Tarragona para comprar los recuerdos, primero tengo que decir que el dinero lo manejaba ella, pero había que tener una cantidad mínima, creo que era de diez pesetas, yo sólo tenia siete, y por lo tanto me dejaron en el pabellón, junto con algún otro niño, mi sorpresa fue que, al llegar a casa y decirme mi madre que me había mandado 25 pesetas, de la época, dinero que nunca ví. ¿Quién se quedó con el dinero de aquel niño? Y no sólo con el dinero sino también con la ilusión de haberle llevado un recuerdo a su madre y a sus hermanos.
A.M.