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19/12/10

Miguel (II parte)


Cuando bajábamos a la playa, íbamos en filas de a dos, los cabezas siempre delante: Un compañero y yo, que éramos los mas bajitos del pabellón. En la playa jugábamos en la arena, hacíamos castillos, pero no recuerdo que tuviéramos una pelota con la que jugar, lo máximo era "calar  agua". Es decir, hacer el pozo tan profundo que llegáramos a alumbrarla, hay que tener en cuenta que no podíamos acercarnos a la orilla, por lo que el pozo solía ser tan profundo como nuestro brazo. Así seguíamos hasta que alguien gritaba señalando al alto del cerro, por donde asomaba el Sr Instructor; le veíamos bajar alborozados, porque hasta que no llegara él, no se autorizaba el baño. Le recuerdo con pantalón y camisa blanca, gafas oscuras y paso decidido, llevaba siempre colgando un silbato. Al llegar nos formaba con autoridad militar, nos alineábamos, y tras hacer algunos ejercicios mitad gimnasia, mitad instrucción, formados en pelotón y a un golpe de silbato, echábamos a correr gritando al agua, allí permanecíamos jugando con las olas:  
-¡Señorita!¡Señorita!¡Mire como buceo! 
Algunas entraban en el agua para controlar los juegos y que no nos metiéramos demasiado. A un toque de silbato, que siempre se antojaba prematuro, teníamos que salir corriendo a formar de nuevo en la arena. No recuerdo que pudiéramos beber en todo ese tiempo, con lo que al llegar al comedor de lo que si me acuerdo muy bien, es de la velocidad con la que vaciábamos los vasos de agua cuando nos servían. Todos gritábamos a la vez para que nos trajeran el agua y nos sirvieran: 
-¡Aquí Señorita!¡Aquí! 
Yo siempre iba temblando al comedor pensando: 
-¡Dios mío que haya una comida que me guste!  
A los que comíamos peor, nos sentaban en la misma mesa, y nos metían la comida hasta por las orejas. Buena parte de las veces, acababa vomitando sobre el mismo plato, no se si por lo repugnante del rancho, o por las maneras rudas y amenazas con las que nos lo hacían comer. Por este motivo, a mi me sentaron muy cerca de una salida con la puerta abierta al exterior, a un par de pasos tan solo, para que me diera tiempo a soltar mi carga, yo no hacía mas que mirar al exterior donde daba el sol, pensando en escapar de aquella tortura.

20/12/09

Marcos R.

Foto: Juan A.

Hola!
Yo también estuve en La Sabinosa, cuando tenia 8 años. Los 3 meses que estuve no se me olvidan. En los años 50, los años del hambre, nuestros padres nos apuntaban donde podían. Salimos de Logroño 8 chavales en una furgoneta chata, de chapa Pegaso, francesa que tenia una cruz sanitaria pero con un palo más, dirección Zaragoza donde pernoctamos en la plaza el Pilar, al lado de la cruz de los caídos (ahora hay una cascada de agua.
Salimos para Tarragona y, en Lérida, en medio de la nada y con un calor de justicia, nos dieron un bocadillo y, hasta La Sabinosa.
Todo lo que cuentan en los correos es verdad, y más. Nos engordaban como a cochinos, y nos pesaban todas las semanas, el que no llegaba al peso... doble plato y hondo, hasta el borde (plato catalán), yo devolví una vez al suelo, y rellenaron otra vez el plato, y la sargento detrás, pero el que devolvía dentro del plato le hacían comer todo lo que había devuelto, (yo le cuento al hijo estas historias y se queda con la boca abierta).
Las señoritas enfermeras con la cruz doble en la bata, te pegaban unos tortazos que te tiraban de espaldas al suelo y, en las palmas de las manos, nos golpeaban con una pala de jugar a pala, pero con el CANTO, y con las llaves en la cabeza por que se hacian daño si lo hacían con los nudillos de las manos.
Un servidor tuvo suerte, procuré pasar lo más desapercibido y, aún así, tuve algún problema.
Me acuerdo del dia San Joan en la explanada, una hoguera enorme, el rosario todos los días, las excursiones a Roda de Bará, Torre de Escipión, el acueducto, las cestas que hacíamos con las hojas de las palmeras, aquello creo que era lo más parecido a una cárcel.
La vuelta para casa, en tren, en 3ª clase, vagones de madera y los asientos también, el calor del verano los túneles y la máquina de vapor, (sólo imagínatelo) así que todo lo que cuentan es verdad, era los años de hambre y no se podía hacer otra cosa.
Bueno Scila, no te aburro mas, porque parecen historias para no dormir, y ahora la juventud lo tiene todo y se quejan, pero que no vuelva lo de antes.

Saludos/ Maquis.

26/11/07

En la Sabinosa VI









(Resumen)

...tenían un lugar separado en el comedor para que todo el mundo supiera que ese era el grupo de los meones y pudieran, impunemente, ser hostigados.
Nos levantábamos a toque de silbato, en las duchas nos aseábamos en presencia de las dos vigilantas. Una vez hechas las camas, y repartidos los castigos a los meones, caminábamos en formación hasta los comedores.
...pronto el “paseo”, en perfecta formación, duró lo que tardábamos en llegar a cualquier punto de la playa o del cercano monte. La vigilanta gritaba: 
-"A cubrirse, ya".
-"Firmes, ya".
-"Sobre el propio terreno, ya". 
-"En cuclillas, elevar rodillas, bajar la cabeza y rodear las piernas con los brazos, ya". 
...las construcciones estaban rodeadas, protegidas, por un muro de piedra y alambre de espino, como los campos de concentración que más tarde pude ver en las películas de guerra. 
...cada vez que sonaba el estridente silbato era la misma historia.
-¡A formar! Al comedor.
-¡A formar! De paseo.
-¡A formar, A los dormitorios.
-¡A formar, al water! Sí, a formar para ir al water. Era una de mis pesadillas.
Al retrete se iba cuando tocaba, ni antes ni después.
-Señorita, necesito ir al water- suplicaba cogiéndome la cintura con ambas manos.
-Y yo al teatro, mira éste. ¡Te aguantas, ahora no toca!

Scila/