Leyendo el domingo el Diario local
“EL SEGRE” de fecha 28 de Octubre 2012, encontré en su interior, y en las páginas 48 y 49, una noticia que
titulaba, las “VACACIONES DEL MIEDO”.
“Los
centros de prevención de enfermedades, infundían terror a los niños que iban” escrita por E. Farnell, de la Localidad Leridana
de Balaguer, y además el relato de un Savinoso,
que estuvo en el año 1959 en el preventorio y que su estancia él la califica
como “Estancia traumática” manifestando que el centro era un correccional, y
que el Mar lo vio de lejos, que tenían
que jugar sentados y de cuclillas y de
que si corrían eran castigados, duchas de agua fría y salada, comida
desastrosa, falta de agua para beber. Y que con otros compañeros planearon una
fuga en tren que no llego a efectuarse, y que el castigo fue limpiar los
servicios a mano y de rodillas. En definitiva una narración escalofriante. Que
me ha llevado a escribir mi versión de mis estancias en los años 1956 y 1957 (a la edad de 6 y 7 años) en los meses Junio, Julio y Agosto de los mencionados
años.
Recuerdo
que los viajes los realizábamos en ferrocarril, y que el viaje se hacia
larguísimo, partíamos a primero hora de la mañana y duraba una cinco horas para
recorrer un centenar de kilómetros, con paradas en todas las estaciones que
había en el recorrido y, llegados a la de Tarragona, nos recogía en la estación
un empleado de la “Savinosa”
y nos transportaba al Centro en una furgoneta tipo ranchera preparada para el
transporte de viajeros, llegados al mismo éramos recibidos por el Director del
Preventorio (un Sr. que me parecía muy alto y con un poblado bigote, creo
recordar y el color de pelo claro algo rubio) y por las cuidadoras, delante del
pabellón de planta baja, en el que más adelante, cuando hacia mal tiempo nos
recogíamos y en el cual jugamos. Yo aprendí los movimientos del Ajedrez,
también pude asistir a alguna sesión de
cine, (recuerdo vagamente la de un Chino con largos Bigotes era una película
de Mandarines), y cuando llegábamos y
nos trasladaban a los pabellones éramos recibidos por los “veteranos, con los típicos
cantos de “Novatos del Pre.”
Eso fue el primer año, al segundo ya les respondí marchando al pabellón con el típico “Vete puro Nova”. Los dos años fui
instalado en el Pabellón Central, (viendo el pabellón de frente), en la primera planta y en el ala de la izquierda, Grupo 3-B y como educadora la Srta. Katy, de la que
guardo un muy grato recuerdo. Tras la instalación y la correspondiente entrega de la ropa,
comenzaron las actividades rutinarias de todos los días, paseos por los
alrededores, juegos (tabas, con la cuerda haciendo figuras con las dos manos,
pasando al compañero, ajedrez, baños en la playa. Yo diría a diario, ver algún partido de
futbol, en el Campo del Preventorio, y también tengo el recuerdo que nos llevaron al Campo de Futbol del Gimnástico
de Tarragona en el mes de Septiembre a ver un partido de Futbol, y me vaga por
la memoria que también nos llevaron a ver una corrida de Toros (en esto tengo dudas). Con
respecto a la comida, sí recuerdo que la encontraba diferente a la que daban en casa (más adelante, pasados
varios años comprobé que era igual que la del Servicio Militar) y que no nos estaba permitido dejar nada en
el plato, también recuerdo los famosos
vasos de aluminio que dejaban mucho que desear, pero la higiene en los
comedores era, para mí, creo que correcta, y si estabas enfermo tenían
una enfermería en la cual estuve ingresado un par o tres de días.
Recibí
la visita de mi padre una vez cada año, que aprovechaba alguna oportunidad del
algún viaje para visitarme.
En
definitiva, mis estancias no fueron traumáticas, si no más bien una vacaciones
en compañía de otros niños. Eso sí, a esa edad costaba al principio un poco por
la añoranza de la familia, pero que fueron suplidos por los cuidados de mi
estimada Srta. Katy.
Os
ajunto una fotografía que conservo, con alguno de mis compañeros del año 1956,
tengo alguna más pero nunca se me había pasado por la mente que tendría que
usarlas, pero las buscaré y las enviaré.
Por motivos laborales he pasado
infinidad de veces por delante de las instalaciones y, una vez que intente
adentrarme, no fui capaz de hacerlo al ver el estado de deterioro en que se
encuentra, prefiriendo recordarlo como lo tenía en mi mente.
Recibid un fuerte abrazo de un Savinoso.