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18/12/10

Miguel Ángel, nuevo sabinoso


Yo estuve en la Sabinosa hacia 1959 ó 1960. Tenía seis o siete años, me ha emocionado leer descripciones que creía únicas y perdidas, escritas por otra persona. Animo a los que estuvieron en esos años a que cuenten aquí su experiencia, al leer he recordado cosas olvidadas como las alpargatas y la cajonera. Yo era de muy baja estatura y los mas pequeños ibamos delante, nos llamaban los cabezas. 
El peor recuerdo que tengo es la sed tan espantosa, recuerdo perfectamente las jarras de aluminio en el centro de la mesa, el comedor enorme, y los vasos también de aluminio, nada mas llegar de la playa, vaciabamos la jarra, y no nos dejaban repetir, porque decían que dejábamos la comida (que yo devolvía constantemente porque era espantosa) me sentaron cerca de una puerta para que saliera rápido a devolver. La mejor época fue cuando caí malo, no recuerdo si sarampión ó qué, pero me llevaron a la enfermería y fué lo mejor, porque recuerdo que me dejaban levantarme y al lado, había un murete sobre un acantilado y el mar, y fueron los mejores recuerdos, ver las olas y el sol, me sentía como un preso. 
Confirmo lo de las "señoritas" era así como las llamábamos, y era dificil encontrar una minimamente humana. Hacia el final hubo una representación, y un grupo actuamos y cantabamos algo de una zarzuela, creo, era algo sobre limpiabotas. Recuerdo lo de: "Novatos al pre" y "Dos dias pa la via" que acompañábamos con un gesto de las manos. al ver la imágen de satélite, me he quedado como si viera una aparición. No puedo creerme que aún siga en pie y que sea reconocible. Tengo mas recuerdos, pero ninguna foto. Fuí allí con mi hermano que era mayor, y nada mas llegar nos separaron. Pensé que todo esto eran recuerdos perdidos que sólo a mi me afectaron, pero ya veo que no. Encontrar esta página, para mi ha sido todo un hito.

Miguel Ángel, nuevo sabinoso


Yo estuve en la Sabinosa hacia 1959 ó 1960. Tenía seis o siete años, me ha emocionado leer descripciones que creía únicas y perdidas, escritas por otra persona. Animo a los que estuvieron en esos años a que cuenten aquí su experiencia, al leer he recordado cosas olvidadas como las alpargatas y la cajonera. Yo era de muy baja estatura y los mas pequeños ibamos delante, nos llamaban los cabezas. 
El peor recuerdo que tengo es la sed tan espantosa, recuerdo perfectamente las jarras de aluminio en el centro de la mesa, el comedor enorme, y los vasos también de aluminio, nada mas llegar de la playa, vaciabamos la jarra, y no nos dejaban repetir, porque decían que dejábamos la comida (que yo devolvía constantemente porque era espantosa) me sentaron cerca de una puerta para que saliera rápido a devolver. La mejor época fue cuando caí malo, no recuerdo si sarampión ó qué, pero me llevaron a la enfermería y fué lo mejor, porque recuerdo que me dejaban levantarme y al lado, había un murete sobre un acantilado y el mar, y fueron los mejores recuerdos, ver las olas y el sol, me sentía como un preso. 
Confirmo lo de las "señoritas" era así como las llamábamos, y era dificil encontrar una minimamente humana. Hacia el final hubo una representación, y un grupo actuamos y cantabamos algo de una zarzuela, creo, era algo sobre limpiabotas. Recuerdo lo de: "Novatos al pre" y "Dos dias pa la via" que acompañábamos con un gesto de las manos. al ver la imágen de satélite, me he quedado como si viera una aparición. No puedo creerme que aún siga en pie y que sea reconocible. Tengo mas recuerdos, pero ninguna foto. Fuí allí con mi hermano que era mayor, y nada mas llegar nos separaron. Pensé que todo esto eran recuerdos perdidos que sólo a mi me afectaron, pero ya veo que no. Encontrar esta página, para mi ha sido todo un hito.

Miguel Ángel, nuevo sabinoso


Yo estuve en la Sabinosa hacia 1959 ó 1960. Tenía seis o siete años, me ha emocionado leer descripciones que creía únicas y perdidas, escritas por otra persona. Animo a los que estuvieron en esos años a que cuenten aquí su experiencia, al leer he recordado cosas olvidadas como las alpargatas y la cajonera. Yo era de muy baja estatura y los mas pequeños ibamos delante, nos llamaban los cabezas. 
El peor recuerdo que tengo es la sed tan espantosa, recuerdo perfectamente las jarras de aluminio en el centro de la mesa, el comedor enorme, y los vasos también de aluminio, nada mas llegar de la playa, vaciabamos la jarra, y no nos dejaban repetir, porque decían que dejábamos la comida (que yo devolvía constantemente porque era espantosa) me sentaron cerca de una puerta para que saliera rápido a devolver. La mejor época fue cuando caí malo, no recuerdo si sarampión ó qué, pero me llevaron a la enfermería y fué lo mejor, porque recuerdo que me dejaban levantarme y al lado, había un murete sobre un acantilado y el mar, y fueron los mejores recuerdos, ver las olas y el sol, me sentía como un preso. 
Confirmo lo de las "señoritas" era así como las llamábamos, y era dificil encontrar una minimamente humana. Hacia el final hubo una representación, y un grupo actuamos y cantabamos algo de una zarzuela, creo, era algo sobre limpiabotas. Recuerdo lo de: "Novatos al pre" y "Dos dias pa la via" que acompañábamos con un gesto de las manos. al ver la imágen de satélite, me he quedado como si viera una aparición. No puedo creerme que aún siga en pie y que sea reconocible. Tengo mas recuerdos, pero ninguna foto. Fuí allí con mi hermano que era mayor, y nada mas llegar nos separaron. Pensé que todo esto eran recuerdos perdidos que sólo a mi me afectaron, pero ya veo que no. Encontrar esta página, para mi ha sido todo un hito.

10/12/10

Agosto del 59


Bueno, sabinosos, aquí va una foto de agosto de 1959, si alguien se da por aludido pues que lo diga. Somos 28, más la Srta. que no tengo ni idea de cómo se llama, en realidad no sé cómo se llama nadie, salvo Jesús que publicó una foto junto a mi, sujetando ambos un banderín de corner del campo de fútbol, y se identificó, porque yo no lo recordaba en absoluto. De entonces recuerdo la famosa sémola, que con perdón de los hambrientos del mundo, nos parecía vomitiva, al punto de que más de una vez nos las ingeniábamos para apagar la luz el comedor y aprovechar para tirarla por la ventana. Estábamos mal nutridos pero aquello nos parecía un suplicio al paladar. 
Escribir que en aquella situación podíamos rechazar cualquier plato por su sabor o composición hoy más me produce vergüenza que otra cosa, así que tenemos que leerlo como reflejo de la inmadurez de un niño y sacar la conclusión que, aunque ha pasado medio siglo, los niños de hoy siguen siendo tan estúpidos como los de entonces, y no hemos conseguido hacerles entender que, aquellos platos que entonces tirábamos por la ventana, y hoy rechazan con otros métodos, serían una delicia para millones de niños y adultos que no tienen nada que comer. 
Como ya se ha escrito bastante acertadamente los malos tratos que padecimos con aquella disciplina carcelaria, no voy a insistir. Nosotros mismos éramos crueles entre nosotros para provocar que a un compañero se le castigara, por ejemplo, se le quitaba la almohada y se tiraba en medio del pasillo, y cuando la íbamos a recuperar se hacia ruido y aparecía la sargento de guardia para pillarte in fraganti, en pijama y fuera de tu cama, asunto grave. 
Castigo hasta las tantas de la madrugada en un cuarto con cucarachas como escarabajos de gordas, entre ellas siempre hablaban en catalán. En la foto veo a un compañero que se hacía unas pajas mayúsculas, pues por la sencilla razón que tenía la edad iniciática para masturbarse. Lo ideal habría sido que aquellas vigilantas nos las hubieran hecho ellas, como formación del machista espíritu nacional y de paso disfrutaran con el meneito, pues parecían estar amargadas las veinticuatro horas del día, en lugar de aparecer sigilosamente por la obligada espalda y pillar al compañero de turno con las manos en la polla (perdón por la ordinariez), para atárselas a los barrotes de la cama toda la noche, que es lo que hacían. 
Una tortura que hoy sería un escándalo en cualquier medio de comunicación y penado por la ley. Pasar todo el día sin nada que hacer ni estudiar, con una playa a la que no podíamos bajar, era un tedio. Creo que sólo pisé la playa dos o tres veces en tres meses y en una de ellas me hicieron aguadillas los compañeros mayores para someterme a su jerarquía de grupo. 
Ya digo que entre nosotros mismos nos fastidiábamos todo lo posible, así que padecimos una doble represión, por lo civil y por lo militar que se diría hoy. El cuidado césped del campo de fútbol sólo lo vi utilizado en sendos partidos de un equipo de la colonia contra otro de una colonia italiana que había por allí. Parecía un partido de selecciones, camisetas rojas y azules, de tan serio que se lo tomaban. 
Cuando se fugaba un chaval era vox populi, y así era frecuente saber que lo habían detenido en Reus, que era lo más lejos que llegaban  vía adelante. Una vez nos llevaron a ver al Nastic en su viejo campo, fuimos andando en fila y en zapatos, dejando las alpargatas en el pabellón. Allí aprendí a atarme los cordones de los zapatos pues si soltaban coscorrón al canto. Otra vez nos llevaron a ver Tarragona y su famoso mirador. Poca cosa en tres meses. 
El día que salimos de Atocha, en el tren Correo de Barcelona, como borregos, nos dieron un trozo de empanada por todo condumio. La noche previa al ansiado regreso destrozamos los colchones para quitarles la cuerda y poder ensartar los caracolillos que habíamos cogido en el monte haciendo collares de regalo a nuestros familiares. El alboroto por la felicidad de volver a otra miseria diferente nos impidió dormir, fue como un desmadre, sin que las vigilantas pudieran imponerse, asumido ya que nos íbamos y a esperar a otras víctimas. 
En fin, 50 años después tengo superado aquel trauma, pero seguirá firme en mis recuerdos como un tiempo deplorable, que llamo los años de plomo del franquismo. Yo era hijo de rojos, fusilados, encarcelados, discriminados y sometidos, de todo en mi familia.  Pero no nos engañemos, una Sabinosa sigue existiendo en muchos resquicios de la sociedad actual. No es necesario agruparnos para “sabinarnos” como antaño. 
No digo más, pues repito que subscribo absolutamente todo lo que otros compañeros han escrito de aquella nefasta experiencia. Y ¿qué me decís de los colegios de curas que cada día salen a la luz por las violaciones y abusos a menores? Al menos allí nadie nos dio por el culo,  y digo “el” para precisar, algo es algo. Un cordial saludo a todos. 


Luis Miguel.

Agosto del 59


Bueno, sabinosos, aquí va una foto de agosto de 1959, si alguien se da por aludido pues que lo diga. Somos 28, más la Srta. que no tengo ni idea de cómo se llama, en realidad no sé cómo se llama nadie, salvo Jesús que publicó una foto junto a mi, sujetando ambos un banderín de corner del campo de fútbol, y se identificó, porque yo no lo recordaba en absoluto. De entonces recuerdo la famosa sémola, que con perdón de los hambrientos del mundo, nos parecía vomitiva, al punto de que más de una vez nos las ingeniábamos para apagar la luz el comedor y aprovechar para tirarla por la ventana. Estábamos mal nutridos pero aquello nos parecía un suplicio al paladar. 
Escribir que en aquella situación podíamos rechazar cualquier plato por su sabor o composición hoy más me produce vergüenza que otra cosa, así que tenemos que leerlo como reflejo de la inmadurez de un niño y sacar la conclusión que, aunque ha pasado medio siglo, los niños de hoy siguen siendo tan estúpidos como los de entonces, y no hemos conseguido hacerles entender que, aquellos platos que entonces tirábamos por la ventana, y hoy rechazan con otros métodos, serían una delicia para millones de niños y adultos que no tienen nada que comer. 
Como ya se ha escrito bastante acertadamente los malos tratos que padecimos con aquella disciplina carcelaria, no voy a insistir. Nosotros mismos éramos crueles entre nosotros para provocar que a un compañero se le castigara, por ejemplo, se le quitaba la almohada y se tiraba en medio del pasillo, y cuando la íbamos a recuperar se hacia ruido y aparecía la sargento de guardia para pillarte in fraganti, en pijama y fuera de tu cama, asunto grave. 
Castigo hasta las tantas de la madrugada en un cuarto con cucarachas como escarabajos de gordas, entre ellas siempre hablaban en catalán. En la foto veo a un compañero que se hacía unas pajas mayúsculas, pues por la sencilla razón que tenía la edad iniciática para masturbarse. Lo ideal habría sido que aquellas vigilantas nos las hubieran hecho ellas, como formación del machista espíritu nacional y de paso disfrutaran con el meneito, pues parecían estar amargadas las veinticuatro horas del día, en lugar de aparecer sigilosamente por la obligada espalda y pillar al compañero de turno con las manos en la polla (perdón por la ordinariez), para atárselas a los barrotes de la cama toda la noche, que es lo que hacían. 
Una tortura que hoy sería un escándalo en cualquier medio de comunicación y penado por la ley. Pasar todo el día sin nada que hacer ni estudiar, con una playa a la que no podíamos bajar, era un tedio. Creo que sólo pisé la playa dos o tres veces en tres meses y en una de ellas me hicieron aguadillas los compañeros mayores para someterme a su jerarquía de grupo. 
Ya digo que entre nosotros mismos nos fastidiábamos todo lo posible, así que padecimos una doble represión, por lo civil y por lo militar que se diría hoy. El cuidado césped del campo de fútbol sólo lo vi utilizado en sendos partidos de un equipo de la colonia contra otro de una colonia italiana que había por allí. Parecía un partido de selecciones, camisetas rojas y azules, de tan serio que se lo tomaban. 
Cuando se fugaba un chaval era vox populi, y así era frecuente saber que lo habían detenido en Reus, que era lo más lejos que llegaban  vía adelante. Una vez nos llevaron a ver al Nastic en su viejo campo, fuimos andando en fila y en zapatos, dejando las alpargatas en el pabellón. Allí aprendí a atarme los cordones de los zapatos pues si soltaban coscorrón al canto. Otra vez nos llevaron a ver Tarragona y su famoso mirador. Poca cosa en tres meses. 
El día que salimos de Atocha, en el tren Correo de Barcelona, como borregos, nos dieron un trozo de empanada por todo condumio. La noche previa al ansiado regreso destrozamos los colchones para quitarles la cuerda y poder ensartar los caracolillos que habíamos cogido en el monte haciendo collares de regalo a nuestros familiares. El alboroto por la felicidad de volver a otra miseria diferente nos impidió dormir, fue como un desmadre, sin que las vigilantas pudieran imponerse, asumido ya que nos íbamos y a esperar a otras víctimas. 
En fin, 50 años después tengo superado aquel trauma, pero seguirá firme en mis recuerdos como un tiempo deplorable, que llamo los años de plomo del franquismo. Yo era hijo de rojos, fusilados, encarcelados, discriminados y sometidos, de todo en mi familia.  Pero no nos engañemos, una Sabinosa sigue existiendo en muchos resquicios de la sociedad actual. No es necesario agruparnos para “sabinarnos” como antaño. 
No digo más, pues repito que subscribo absolutamente todo lo que otros compañeros han escrito de aquella nefasta experiencia. Y ¿qué me decís de los colegios de curas que cada día salen a la luz por las violaciones y abusos a menores? Al menos allí nadie nos dio por el culo,  y digo “el” para precisar, algo es algo. Un cordial saludo a todos. 


Luis Miguel.

Agosto del 59


Bueno, sabinosos, aquí va una foto de agosto de 1959, si alguien se da por aludido pues que lo diga. Somos 28, más la Srta. que no tengo ni idea de cómo se llama, en realidad no sé cómo se llama nadie, salvo Jesús que publicó una foto junto a mi, sujetando ambos un banderín de corner del campo de fútbol, y se identificó, porque yo no lo recordaba en absoluto. De entonces recuerdo la famosa sémola, que con perdón de los hambrientos del mundo, nos parecía vomitiva, al punto de que más de una vez nos las ingeniábamos para apagar la luz el comedor y aprovechar para tirarla por la ventana. Estábamos mal nutridos pero aquello nos parecía un suplicio al paladar. 
Escribir que en aquella situación podíamos rechazar cualquier plato por su sabor o composición hoy más me produce vergüenza que otra cosa, así que tenemos que leerlo como reflejo de la inmadurez de un niño y sacar la conclusión que, aunque ha pasado medio siglo, los niños de hoy siguen siendo tan estúpidos como los de entonces, y no hemos conseguido hacerles entender que, aquellos platos que entonces tirábamos por la ventana, y hoy rechazan con otros métodos, serían una delicia para millones de niños y adultos que no tienen nada que comer. 
Como ya se ha escrito bastante acertadamente los malos tratos que padecimos con aquella disciplina carcelaria, no voy a insistir. Nosotros mismos éramos crueles entre nosotros para provocar que a un compañero se le castigara, por ejemplo, se le quitaba la almohada y se tiraba en medio del pasillo, y cuando la íbamos a recuperar se hacia ruido y aparecía la sargento de guardia para pillarte in fraganti, en pijama y fuera de tu cama, asunto grave. 
Castigo hasta las tantas de la madrugada en un cuarto con cucarachas como escarabajos de gordas, entre ellas siempre hablaban en catalán. En la foto veo a un compañero que se hacía unas pajas mayúsculas, pues por la sencilla razón que tenía la edad iniciática para masturbarse. Lo ideal habría sido que aquellas vigilantas nos las hubieran hecho ellas, como formación del machista espíritu nacional y de paso disfrutaran con el meneito, pues parecían estar amargadas las veinticuatro horas del día, en lugar de aparecer sigilosamente por la obligada espalda y pillar al compañero de turno con las manos en la polla (perdón por la ordinariez), para atárselas a los barrotes de la cama toda la noche, que es lo que hacían. 
Una tortura que hoy sería un escándalo en cualquier medio de comunicación y penado por la ley. Pasar todo el día sin nada que hacer ni estudiar, con una playa a la que no podíamos bajar, era un tedio. Creo que sólo pisé la playa dos o tres veces en tres meses y en una de ellas me hicieron aguadillas los compañeros mayores para someterme a su jerarquía de grupo. 
Ya digo que entre nosotros mismos nos fastidiábamos todo lo posible, así que padecimos una doble represión, por lo civil y por lo militar que se diría hoy. El cuidado césped del campo de fútbol sólo lo vi utilizado en sendos partidos de un equipo de la colonia contra otro de una colonia italiana que había por allí. Parecía un partido de selecciones, camisetas rojas y azules, de tan serio que se lo tomaban. 
Cuando se fugaba un chaval era vox populi, y así era frecuente saber que lo habían detenido en Reus, que era lo más lejos que llegaban  vía adelante. Una vez nos llevaron a ver al Nastic en su viejo campo, fuimos andando en fila y en zapatos, dejando las alpargatas en el pabellón. Allí aprendí a atarme los cordones de los zapatos pues si soltaban coscorrón al canto. Otra vez nos llevaron a ver Tarragona y su famoso mirador. Poca cosa en tres meses. 
El día que salimos de Atocha, en el tren Correo de Barcelona, como borregos, nos dieron un trozo de empanada por todo condumio. La noche previa al ansiado regreso destrozamos los colchones para quitarles la cuerda y poder ensartar los caracolillos que habíamos cogido en el monte haciendo collares de regalo a nuestros familiares. El alboroto por la felicidad de volver a otra miseria diferente nos impidió dormir, fue como un desmadre, sin que las vigilantas pudieran imponerse, asumido ya que nos íbamos y a esperar a otras víctimas. 
En fin, 50 años después tengo superado aquel trauma, pero seguirá firme en mis recuerdos como un tiempo deplorable, que llamo los años de plomo del franquismo. Yo era hijo de rojos, fusilados, encarcelados, discriminados y sometidos, de todo en mi familia.  Pero no nos engañemos, una Sabinosa sigue existiendo en muchos resquicios de la sociedad actual. No es necesario agruparnos para “sabinarnos” como antaño. 
No digo más, pues repito que subscribo absolutamente todo lo que otros compañeros han escrito de aquella nefasta experiencia. Y ¿qué me decís de los colegios de curas que cada día salen a la luz por las violaciones y abusos a menores? Al menos allí nadie nos dio por el culo,  y digo “el” para precisar, algo es algo. Un cordial saludo a todos. 


Luis Miguel.

29/10/10

Yo no soy...

Jesús (el de Tetuán) remite esta nota aclaratoria, según parece Luis Miguel se refiere a otro Jesús.


Hola, Scila.
Soy Jesús, de Tetuán. He comprobado la foto y la fecha de la que habla el compañero Luis Miguel, y no soy el Jesús que está con él, y naturalmente, yo no escribí esa carta con el título: Jesús también estuvo allí, del 17/06/08.
Pues que yo recuerde os escribí una carta a principios de 2009 y otra  a finales del mismo año. Por lo que el Jesús del que habla Luis Miguel es otro que no soy yo.
De todas maneras, siempre es un placer encontrarse con nuevos (viejos) compañeros de La Sabinosa.
 Bienvenido, Luis Miguel.

Yo no soy...

Jesús (el de Tetuán) remite esta nota aclaratoria, según parece Luis Miguel se refiere a otro Jesús.


Hola, Scila.
Soy Jesús, de Tetuán. He comprobado la foto y la fecha de la que habla el compañero Luis Miguel, y no soy el Jesús que está con él, y naturalmente, yo no escribí esa carta con el título: Jesús también estuvo allí, del 17/06/08.
Pues que yo recuerde os escribí una carta a principios de 2009 y otra  a finales del mismo año. Por lo que el Jesús del que habla Luis Miguel es otro que no soy yo.
De todas maneras, siempre es un placer encontrarse con nuevos (viejos) compañeros de La Sabinosa.
 Bienvenido, Luis Miguel.

Yo no soy...

Jesús (el de Tetuán) remite esta nota aclaratoria, según parece Luis Miguel se refiere a otro Jesús.


Hola, Scila.
Soy Jesús, de Tetuán. He comprobado la foto y la fecha de la que habla el compañero Luis Miguel, y no soy el Jesús que está con él, y naturalmente, yo no escribí esa carta con el título: Jesús también estuvo allí, del 17/06/08.
Pues que yo recuerde os escribí una carta a principios de 2009 y otra  a finales del mismo año. Por lo que el Jesús del que habla Luis Miguel es otro que no soy yo.
De todas maneras, siempre es un placer encontrarse con nuevos (viejos) compañeros de La Sabinosa.
 Bienvenido, Luis Miguel.

28/10/10

Comentarios.

La fotografia del grupo la tengo perfectamente archivada, es bastante nitida y os la voy a enviar, naturalmente. Me llama la atención que aquella "estancia" de hace medio siglo haya hecho tanta mella en nosotros para habernos causado un trauma inolvidable por los aspectos negativos que ya contaré y otros que ya han contado. Solo necesito un poco de tiempo para poder redactar mis recuerdos y reflexiones,  que por ser malos, los tengo, ya digo, muy presentes (absolutamente ninguno bueno recuerdo). Un saludo muy afectuoso a todos los que vamos sobreviviendo a la masacre de la decrepitud.


Luis Miguel/