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26/1/11

Los juegos sabinosos

Miguel Ángel nos describe a continuación como recuerda él alguno de los juegos en la Sabinosa.

No recuerdo ningún juego en especial, a excepción de los dos que voy a describir : La Palma y las Tabas.

"La palma" era uno de los mas comúnes entre los chicos de esa época, además de las chapas, a las que no recuerdo que jugáramos allí. El juego de la palma, es mas difícil de describir que de entender cuando se mira. Se trataba de apostar cromos en cada jugada, los más socorridos eran los de la Tómbola Diocesana de la Vivienda, que eran unos boletitos que se vendían en dicha tómbola durante los meses de verano en cualquier ciudad, de un tamaño algo mayor que un sello de correos, aproximadamente como un negativo fotográfico 24 por 36 m.m. 
En el anverso se veía una fotografía de alguna ciudad o curiosidad del mundo, eso si, en color, y en el reverso un anuncio publicitario, y si tenías suerte un número que, popularmente, se denominaba opción para participar en algún sorteo, de una nevera (de hielo) o hasta un Seat 600. Era dificilísimo que directamente te tocase algo, como una muñeca o un balón de reglamento.

Cada jugador ponía un cromo con la foto hacia arriba, sobre los de los demás, en el suelo o una superficie lisa, y dando un golpe de ventosa con la mano abierta, y los dedos juntos, se trataba de darles la vuelta; La técnica variaba, desde lanzar la mano desde el eje longitudinal, o transversal, los que conseguías dar la vuelta, te los llevabas.

El peor delito era hacer "mangui", o ser acusado de "fingar" o "mangar" (llevarse en la manga, vulgo, robar) eso se hacía tratando enganchar con el pliegue del pulgar, una punta doblada de un cromo. La bronca y la consiguiente pelea estaba servida. También se discutía si tus cromos eran mas nuevos que los de los rivales, con lo que tu pérdida, con relación al otro, era mayor.

Otro de los juegos mas comúnes, fue el las tabas, probablemente uno de los más antiguos de la humanidad, originalmente usábamos tabas, esto es la rótula de un animal pequeño, supongo que un cordero o similar, si mal no recuerdo según la posición en que caía cada uno de las cinco tabas con las que se jugaba, podía ser hoyos, reyes, tripas y lisos, si estoy equivocado corregidme; lisos era la parte convexa del hueso, tripas la contraria, y los laterales, reyes y tripas. 
Se trataba de soltar las tabas sobre el suelo, si por ejemplo, habían caído tres con lisos en la parte superior, debías en tiradas sucesivas tratar de que las dos restantes cayeran con la misma posición, se debían cumplir todas las figuras. También aquí nos jugábamos cromos, canicas, o hasta las mismas tabas. Siempre jugué con huesos auténticos, a mediados de los sesenta, apareció el plástico, pero botaban demasiado, pesaban poco y no tenían la dureza de un hueso auténtico.






14/2/09

Patricio y José, los gemelos





Hola de nuevo Scilas, he encontrado dos fotografías de nuestro paso por la Sabinosa que te adjunto para su incorporación a la página. Nuestra experiencia, la de mi hermano Patricio y mía (somos gemelos) no las recordamos con claridad, nos habíamos olvidado de tantas vejaciones, no hemos hablado mucho de aquello pero al entrar en tu pagina nos pusimos a recordar: nuestros recuerdos empiezan en la Plaza de España, con la vacunación y después ese terrible viaje en los trenes de madera, un larguísimo viaje tirados por los suelos, llegamos negros por el humo de la máquina. 
Recuerdo la primera vez sentimos terror al vernos en aquel lugar, sin saber porqué las Señoritas nos trataban sin consideración a unos niños que teníamos siete años. Recuerdo que nos pasamos la noche llorando y llamando a nuestra madre. El primer año vino nuestra madre a vernos y las Señoritas parecían muy amables con nosotros, pasamos la tarde en la playa con mi madre, sin dormir la siesta y cuando se fue nos dijo que como el tren pasaba por la playa estuviéramos atentos que nos diría adiós, pues bien, cuando volvimos al pabellón y mi madre se fue nos dijo la seño que estábamos castigados y que pasaríamos el resto de la tarde sentados con todos los chicos en la playa pero nosotros estaríamos de espaldas a la vía y con la cabeza entre las piernas con lo cual oímos pasar el tren pero no pudimos decir adiós a mi madre esto nos pareció muy cruel.
He leído testimonios de los que pasaron por allí pero hay cosas que no logramos recordar, éramos muy pequeños. No recuerdo que rezáramos el rosario, sí recuerdo que estábamos todo el día sentados, en el solarium, jugando a las tabas, tirando chinas para arriba y cogiéndolas con la mano, nos hicimos expertos.
Recordamos el comedor como un suplicio, la comida era asquerosa y, efectivamente, si vomitabas tenías que volver a comértelo. A mi hermano le obligaron a comerse su propio vómito y, como no había forma de hacérselo comer, la señorita le dio un puñetazo en plena cara, ocasionándole una hemorragia nasal y le llevaron a la enfermería. Yo me quedé esperando en un estado de ansiedad terrible.
También tenemos buenos recuerdos, como los pocos baños en el mar, los paseos por la playa larga y la montaña. Y un par de salidas a Tarragona en Domingo a ver una novillada y un partido de fútbol. No recuerdo el nombre de ningún compañero, sólo el apodo de uno de ellos: “MECON”. De las señoritas no acordamos nombre, excepto una que se portó con nosotros de maravilla, la señorita Clara.
Hacer las necesidades era un suplicio, todo el día con ganas pero no nos daban tiempo para ir al servicio y durante el día no estaba permitido. Nos levantábamos por la noche- a escondidas- para poder evacuar. A pesar de todo nos quedamos con los buenos recuerdos. De aquella época nos han quedado tres olores: el del comedor, la playa, y el monte.
Somos de Madrid, de Cuatro Caminos. Un saludo afectuoso a ti y todos los Sabinosos.