Durante los últimos días, distintos medios de comunicación (televisión, prensa escrita, radio…), se han hecho eco del escándalo irlandés, debido a los abusos sexuales cometidos por miembros de la iglesia católica sobre niños acogidos en instituciones como orfanatos e internados estatales, gestionados y dirigidos por esa iglesia.
No menos escandalosa resulta la reacción de la propia iglesia y del Estado, que tratan de cerrar el asunto con una serie de indemnizaciones de tipo económico. Lo repugnante de esa violencia sexual ejercida sobre aquellos niños, oculta, o al menos minimiza, otra violencia física y psíquica que también se ejercía sobre esos mismos niños, según manifestaciones de algún afectado (sería interesante acceder a la información completa).
Posiblemente, muchas personas habrán exclamado: ¡Qué cosas ocurren por ahí! Pero también habrá otras a quienes les hayan hecho recordar experiencias propias ocurridas en este país, o quizás sería mejor decir en otro país que también existió, pese a los intentos de ocultación por la secular desmemoria de una importante parte de esta España (o como se le quiera llamar), ese país del franquismo, del nacionalcatolicismo; ese país tan feo pero tan real.
De mi experiencia personal en los Hogares del Auxilio Social, no puedo hablar de agresiones sexuales (siempre y cuando, la negación y la represión de cualquier manifestación de la sexualidad —el terrible pecado de la carne— no constituya, en sí misma, una agresión), pero sí de un amplio abanico de agresiones y vejaciones: palizas, exposiciones al frío, al calor, a la sed, sometimiento al ayuno…
Toda esta violencia sobre seres débiles, indefensos, sobre niños, era ejercida por: “los instructores” (falangistas); por “las guardadoras” (Sección Femenina), y por los curas (en mi caso monjas, obviamente católicas). Una delicia. Un encanto.
Durante un tiempo, el Auxilio Social fue utilizado para el tráfico de niños (ver el trabajo de R. Vinyes, M. Amergou y R. Belis en "Los niños perdidos del franquismo"), más tarde como lugares de adoctrinamiento. Hoy no existen, lógicamente. El Auxilio Social se eliminó allá por el año 1976. ¿Quedan secuelas? No lo sé. Lo cierto es que el ministro Martín Villa ordenó la quema de los archivos que tenía la Falange en Barcelona, donde estaba depositada toda la documentación de la Sección femenina y Auxilio Social. (Los niños perdidos, pág. 197).
Pero queda la memoria y queda el fantástico trabajo de Carlos Giménez Paracuellos. Tenemos que recordar, como decía el propio Giménez, que: "No deben conceptuarse estos colegios como instituciones perversas, corrompidas o marginales dentro de un Estado racional, humanizado y democrático, sino como instituciones completamente integradas en la normalidad de una España que era así, la España franquista". Para terminar y para que no haya dudas, diré sólo dos cosas:
1) efectivamente soy anticlerical radical.
2) no tengo cuentas pendientes. Lo único que ocurre es que no puedo explicar con palabras la pena y el dolor que sentía cuando me castigaban un domingo sin la visita de mi madre. Todavía hoy me estremezco.
Posiblemente, muchas personas habrán exclamado: ¡Qué cosas ocurren por ahí! Pero también habrá otras a quienes les hayan hecho recordar experiencias propias ocurridas en este país, o quizás sería mejor decir en otro país que también existió, pese a los intentos de ocultación por la secular desmemoria de una importante parte de esta España (o como se le quiera llamar), ese país del franquismo, del nacionalcatolicismo; ese país tan feo pero tan real.
De mi experiencia personal en los Hogares del Auxilio Social, no puedo hablar de agresiones sexuales (siempre y cuando, la negación y la represión de cualquier manifestación de la sexualidad —el terrible pecado de la carne— no constituya, en sí misma, una agresión), pero sí de un amplio abanico de agresiones y vejaciones: palizas, exposiciones al frío, al calor, a la sed, sometimiento al ayuno…
Toda esta violencia sobre seres débiles, indefensos, sobre niños, era ejercida por: “los instructores” (falangistas); por “las guardadoras” (Sección Femenina), y por los curas (en mi caso monjas, obviamente católicas). Una delicia. Un encanto.
Durante un tiempo, el Auxilio Social fue utilizado para el tráfico de niños (ver el trabajo de R. Vinyes, M. Amergou y R. Belis en "Los niños perdidos del franquismo"), más tarde como lugares de adoctrinamiento. Hoy no existen, lógicamente. El Auxilio Social se eliminó allá por el año 1976. ¿Quedan secuelas? No lo sé. Lo cierto es que el ministro Martín Villa ordenó la quema de los archivos que tenía la Falange en Barcelona, donde estaba depositada toda la documentación de la Sección femenina y Auxilio Social. (Los niños perdidos, pág. 197).
Pero queda la memoria y queda el fantástico trabajo de Carlos Giménez Paracuellos. Tenemos que recordar, como decía el propio Giménez, que: "No deben conceptuarse estos colegios como instituciones perversas, corrompidas o marginales dentro de un Estado racional, humanizado y democrático, sino como instituciones completamente integradas en la normalidad de una España que era así, la España franquista". Para terminar y para que no haya dudas, diré sólo dos cosas:
1) efectivamente soy anticlerical radical.
2) no tengo cuentas pendientes. Lo único que ocurre es que no puedo explicar con palabras la pena y el dolor que sentía cuando me castigaban un domingo sin la visita de mi madre. Todavía hoy me estremezco.
José Mª R.
Tienes toda la razón José María,es incomprensible que el poder judicial- en las democracias al menos- no actúe de oficio frente a estos pederastas a los que se les confían los niños para su educación y los utilizan para sus perversiones que, si para un ciudadano de a pie son delito, qué no será para un sacerdote.
ResponderEliminarPero ahí los tenemos, en diferentes países son descubiertos, no por un delito ni dos, sino por delitos continuados a lo largo de décadas de completa impunidad y, a lo sumo, se avienen a pagar unas sumas para tapar o acallar denuncias y pedir "disculpas".
Si a un internauta le descubren bajando o subiendo material audio visual relacionado con la pederastia es acusado y condenado de inmediato, cuando su delito seguramente ha sido "ver", lo que otros han filmado.
La impunidad de los sacerdotes es algo incomprensible, intolerable. ¿Pueden acojonar a los diferentes gobiernos desde el Estado Vaticano para lograr esa impunidad? Que me lo expliquen.