Hola, chicos del “Preven”, soy Pedro, yo también estuve allí. Ante todo gracias a Scila por darnos la oportunidad, al crear esta página, de expresar y difundir nuestros recuerdos sobre malos tratos físicos y las vejaciones por las que pasamos cuantos estuvimos allí y que, durante tantos años, hemos callado.
La existencia de esta página nos permitirá conocernos y dejar en ella los recuerdos de nuestro paso por aquel lugar- hermoso lugar- y al tiempo tan horroroso. Yo estuve en cuatro ocasiones y en dos de ellas me forzaron a repetir con el pretexto de no haber dado el aumento de peso necesario (si lo llego a saber habría engordado).
Nuestros padres nos mandaban allí, sin saber los pobres a dónde nos mandaban, pensarían que aquello era el paraíso: Sol, Mar, Playa y Montaña, algo que en aquella época ellos no podían darnos.
Tengo 59 años y comencé a ir al Preventorio con 6 años (1955). El infierno comenzaba en las pruebas que nos hacían en el Dispensario de la calle Andrés Mellado, en Madrid. Al poco tiempo nos llamaban y teníamos que presentarnos en la estación de Atocha, recuerdo con qué alegría nos despedíamos de padres y hermanos creyendo que íbamos al paraíso.
Nada más subir al tren aparecían las señoritas, con togas blancas, batas azules y delantal blanco con peto y tirantes. Bordada llevaban una cruz de dos brazos en rojo (la cruz de Lorena o Caravaca). De entrada nos impedían asomarnos a despedirnos de la familia. Ya en marcha desaparecieron las sonrisas y los modos corteses. Comenzaron a sonar las primeras bofetadas, insultos, pitidos con los silbatos y las primeras vejaciones delante del resto de compañeros.
La existencia de esta página nos permitirá conocernos y dejar en ella los recuerdos de nuestro paso por aquel lugar- hermoso lugar- y al tiempo tan horroroso. Yo estuve en cuatro ocasiones y en dos de ellas me forzaron a repetir con el pretexto de no haber dado el aumento de peso necesario (si lo llego a saber habría engordado).
Nuestros padres nos mandaban allí, sin saber los pobres a dónde nos mandaban, pensarían que aquello era el paraíso: Sol, Mar, Playa y Montaña, algo que en aquella época ellos no podían darnos.
Tengo 59 años y comencé a ir al Preventorio con 6 años (1955). El infierno comenzaba en las pruebas que nos hacían en el Dispensario de la calle Andrés Mellado, en Madrid. Al poco tiempo nos llamaban y teníamos que presentarnos en la estación de Atocha, recuerdo con qué alegría nos despedíamos de padres y hermanos creyendo que íbamos al paraíso.
Nada más subir al tren aparecían las señoritas, con togas blancas, batas azules y delantal blanco con peto y tirantes. Bordada llevaban una cruz de dos brazos en rojo (la cruz de Lorena o Caravaca). De entrada nos impedían asomarnos a despedirnos de la familia. Ya en marcha desaparecieron las sonrisas y los modos corteses. Comenzaron a sonar las primeras bofetadas, insultos, pitidos con los silbatos y las primeras vejaciones delante del resto de compañeros.
(continuará)
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